Las manos y los corazones detrás de L’Hort de Pepe

Como supondrás, me llamo Pepe. Y mi padre también.

Él y mi abuelo ya cultivaban naranjas mucho antes de que yo naciera y fueron ellos los que me hicieron descubrir la emoción y el orgullo de hacer crecer algo con tus propias manos.

Ya desde niño, me pasaba los veranos ayudando a mi padre en los campos de naranjos. Ese aroma inconfundible a cítrico, a dulzor y a tierra. El abrazo del sol. Sentarnos a descansar y disfrutar de una naranja recién cogida. Notar su frescor, su olor intenso, su textura, su sabor…

Para mí, las naranjas no son solo un producto, algo ajeno, frío, simple mercancía.

Para mí, son familia. Son varias generaciones trabajando juntos codo con codo. Son veranos agotadores y felices. Son risas, compañía. Son la satisfacción en los ojos de mi abuelo cada vez que realizábamos una buena venta. Son caras de vecinos y personas que venían exclusivamente a por nuestras naranjas, incluso de lejos, porque no querían otras. Y eso nos llenaba, y aún lo sigue haciendo, de satisfacción, orgullo y alegría inmensa.

Para mí, son trabajo duro, son el sustento de mi familia. Son tradición y amor por las cosas bien hechas.

Son pequeños regalos madurados a su amor hasta que su sabor se convierte en algo excepcional, porque les hemos dado su tiempo, su espacio, el agua y los nutrientes que necesitan para crecer sanas y perfectas.

Ahora somos mi mujer y yo quienes nos ocupamos de mantener viva esta herencia familiar que es toda nuestra vida.

Y lo hacemos tal y como nos enseñó mi padre.

Sin atajos.

Con esfuerzo, sentido común y mucho respeto por los procesos naturales. Porque los ritmos no los marcamos nosotros, sino ellas. Y no las recogemos hasta que no están listas.

Nuestras naranjas son nuestro orgullo y nuestra manera de ganarnos la vida con honradez y haciendo las cosas como siempre las hemos hecho.

Para que lo que llegue hasta tus manos y las de tu familia, sea una fruta inigualable en color, aroma, textura y sabor. Y con unas propiedades excepcionales que os llenen de vitalidad y salud con cada bocado, con cada sorbo.

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